El azúcar, en un momento de la historia considerado un bien de lujo limitado a unos pocos privilegiados, se ha convertido hoy en día en un producto de libre acceso y uso habitual. Es más, está presente en la elaboración de una amplia variedad de productos que integran las estanterías de los supermercados y otros establecimientos. No sorprende así que, cada año, se produzcan globalmente más de 160 millones de toneladas métricas de azúcar. Eso sí, más de una tercera parte de dicha cantidad se debe a dos únicos países, Brasil e India, que se han afianzado como sus dos máximos productores.
Ahora bien, el destino final de la mayoría del volumen total elaborado varía considerablemente de una nación a otra. En el caso de la nación amazónica, mayor exportador de este endulzante a nivel mundial, aproximadamente el 74% de lo que genera lo destina al comercio internacional –en la campaña 2022/2023 de los cerca de 38,1 millones de toneladas métricas que produjo envío fuera de sus fronteras algo más de 28 millones–. Mientras tanto, la nación del sudeste asiático, pese a tener asimismo una posición de notable relevancia en lo que respecta a las transacciones con el exterior, reserva alrededor del 80% para el consumo doméstico. La razón es sencilla. La demanda de este artículo por parte de su población es mucho más elevada que en otros territorios. No en vano, se trata del principal consumidor de azúcar del mundo, prácticamente duplicando la ingesta registrada por la Unión Europea, en segundo lugar.
En general, sólo en 2022/2023, se consumió mundialmente un volumen de 176 millones de toneladas, marcando de esta forma un nuevo récord, que se prevé se sobrepase el próximo año. Esta constante tendencia creciente ha hecho saltar todas las alarmas debido a los efectos negativos de su abuso en la salud, que van desde el acné, los problemas de memoria y las enfermedades mentales –como depresión o ansiedad– hasta el deterioro cognitivo detrás del Alzhéimer y las enfermedades endocrinas y metabólicas. Dentro de estas últimas se encuentra la diabetes –una de las diez principales causas de mortalidad en el mundo–, que en 2021 afectaba ya a cerca de 540 millones de personas en todo el mundo, de los que más de un 40% se localizaban el Pacífico occidental. ¿Lo peor? Se estima que este número se incrementará en más de 240 millones en los próximos años hasta rozar los 785 millones en 2045.
Ante esta realidad, los expertos insisten en la importancia de limitar la ingesta de azúcares libres a menos del 10% del consumo calórico diario, ya sean añadidos –aquellos agregados durante el procesamiento de los alimentos, en envasados como azúcar de mesa y otros edulcorantes- o de origen natural -presentes en jarabes, miel, jugos, purés, pastas y similares–. ¿Cuál ha sido la repuesta de la población? Según un estudio reciente, uno de cada dos europeos, por ejemplo, afirma consumir información regularmente sobre alimentación y nutrición y dos de cada tres de ellos han intentado en algún momento de su vida comer más frutas y verduras y reducir el azúcar de sus comidas. Es más, al menos la mitad de los residentes en el Viejo Continente se mostraron dispuestos a comprar productos con menos contenido de cualquiera de los dos tipos de azúcares ya mencionados, especialmente en el caso de zumos de fruta y cereales de desayuno. La aceptación de sucedáneos, sin embargo, fue considerablemente inferior, con porcentajes que oscilaron entre el 13% y el 19%.
¿Alternativas más saludables?
Estevia, panela, dátiles, azúcar de coco; la gama de alternativas al azúcar tradicional no es precisamente reducida, aunque no todas las opciones gozan de la misma popularidad. Desde hace unos años, y a medida que se han ido descubriendo sus propiedades medicinales, la estevia se ha alzado como uno de los grandes sustitutos, con un tamaño de mercado que se espera que alcance los 770 millones de dólares estadounidenses en 2023. Entre los beneficios de este edulcorante natural –procedente principalmente de China y Tailandia, exportadores por excelencia de este producto- se encuentran su gran poder antioxidante y su alto contenido en fibra, así como el hecho de que contribuye a la pérdida de peso y ser apto para diabéticos al ayudar a regular los niveles de azúcar en sangre. Eso sí, dentro de sus diferentes formatos de comercialización, es el polvo el que más dinero genera, con unos ingresos estimados de aproximadamente 360 millones de dólares estadounidenses en 2022, frente a los 283 millones de la variante líquida.
Otra opción que también se caracteriza por su bajo índice glucémico, así como por mantener el sistema nervioso en estado de calma y contener nutrientes esenciales como el potasio, el magnesio, el zinc y el hierro, es el azúcar de coco. Si bien es quizá algo más desconocido para una considerable proporción de consumidores, más aún en occidente, sus ventas reportaron en 2021 alrededor de 243,5 millones de dólares y podrían aproximarse a los 409 millones al cierre de la próxima década.
La panela, por su parte, se ha recomendado por su elevado aporte de vitaminas y minerales y por ser ideal para la salud ósea, entre otras razones. Cabe señalar que la mayoría de la producción de este condimento, que tiene el mismo origen que el azúcar blanco pero que a diferencia de esta no se refina, se concentra en cinco países, con India a la cabeza al estar detrás cada año de más de siete millones de toneladas. En cuanto al comercio exterior, curiosamente, no es la nación asiática, sino Ecuador, la que más envíos realiza fuera de sus fronteras, teniendo en muchos casos a la Unión Europea como destino final. En Oriente Medio, no obstante, es más probable que recurran a los dátiles cuando buscan una forma más saludable de endulzar. A fin de cuentas, Estados como Arabía Saudí, los Emiratos Árabes Unidos e Irán se encuentran entre los que más consumen esta fruta del mundo, lo que no llama demasiado la atención si se considera que todos ellos se cuelan también entre sus máximos exportadores. Pese a ello, su utilización no se limita ni mucho menos a estos territorios, como demuestra el incremento reciente de su ingesta global, lo que a su vez ha contribuido a que se produzcan más dátiles que nunca antes.