A medida que la demanda vuelva a las tendencias que prevalecían antes de la pandemia de COVID-19, se prevé que los precios en términos nominales sigan una tendencia ascendente moderada, y que la oferta satisfaga fácilmente la demanda, suponiendo condiciones climáticas normales y pocos cambios en la paridad del precio del etanol con el del azúcar. Algunas políticas internas y el predominio de unos pocos exportadores pueden dar lugar a cierta variabilidad de los precios internacionales del azúcar durante los próximos diez años. Se espera que las existencias mundiales aumenten lentamente, lo que devolverá cierta confianza al mercado, con una relación existencias-uso que se estabilizará en alrededor del 49%, cerca de la de la última década.
Después de recuperarse de una caída al inicio del período de las perspectivas, se proyecta que los precios reales reanuden su caída de largo plazo debido a ganancias de productividad derivadas de mejores rendimientos. En general, los precios reales deberían caer por debajo del nivel promedio de los últimos 20 años, cuando los precios estaban bajo presión al alza debido a la competencia de los biocombustibles (etanol). Se prevé que la prima del azúcar blanco disminuirá ligeramente en términos reales absolutos, con un ligero aumento de la participación de las exportaciones de azúcar blanco en el comercio total.