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‘Guía secreta de aves’, el libro del biólogo Javier Cajiao donde enseña los primeros pasos en el arte de pajarear

El biólogo colombiano Javier Cajiao escribió una guía de iniciación en el avistamiento de aves, donde brinda consejos y datos curiosos, para motivar a niños y niñas en este pasatiempo.

Por L. C. Bermeo Gamboa, reportero de El País

Madruga, vístete para mirar, muévete lentamente, no te desesperes, mantente atento, respeta y practica buenos modales, anota todo, identifica… Son los consejos iniciales que comparte el biólogo Javier Cajiao en su ‘Guía secreta de aves’, donde enseña los primeros pasos para iniciarse en el avistamiento de aves, o como se conoce entre los aficionados, el arte de pajarear.

En la propia voz de 16 especies de aves, ilustradas con gran arte por Julián Ariza, los lectores irán aprendiendo a reconocer las características que las hacen únicas, como los tipos de plumas y los colores, la forma de sus picos y patas, la función de sus cantos y llamados, la forma en que construyen sus nidos y sus tácticas de camuflaje, entre otras.

Pero este libro, que es para grandes y pequeños, no se agota en la lectura. Es una entusiasta y muy bien informada invitación a desconectarse de la virtualidad y explorar el mundo real. Solo con tomar unos binóculos, salir de casa y caminar al parque del barrio o a una zona verde, se puede empezar a observar todas las aves que conviven con nosotros, cada una es la guía para descubrir la belleza natural que hay a nuestro alrededor.

El biólogo, escritor de divulgación y experto en pajareo, habla de por qué todas las aves son bellas a su manera, desde el más común cucarachero que canta en el poste de energía, hasta el poderoso cóndor de los Andes.

¿Cómo surge la idea un libro de aves para el público infantil?

Arranqué escribiendo hace ya muchos años, colaborando con una colección de animales en extinción, luego hice un libro de ecología llamado ‘Planeta Tierra, planeta vida’. Desde el principio tuve claro de qué manera quería llegar al público, porque, por lo menos, la escritura en la biología es un poco árida. Se utiliza un lenguaje para un público muy especializado. Entonces, desde que salí de la universidad yo tenía la intención de llegarle a más gente con otros lenguajes, para que tengan la posibilidad de conocer y aprender.

Fue hace dos años, cuando el editor Juan Pablo Mojica me propuso hacer algo sobre las aves, que empezamos a botar corriente para crear algo novedoso, teniendo en cuenta que en el mercado hay muchos libros de aves para niños, así que llegamos a la idea de la observación y el pajareo, que es una forma muy divertida y práctica de aprender sobre las aves.

¿Cómo fue la investigación previa? ¿Estudió ornitología?

Antes de dedicarme a la educación, trabajé muchos años con aves, de hecho, la tesis que hice para la universidad fue sobre aves, estuve metido mucho tiempo viviendo en la selva amazónica. Así aprendí mucho sobre el arte de observar aves, o el arte de pajarear, que es un poco lo que queremos enseñar con el libro, despertar esa curiosidad y ese interés no solamente para conocer las aves, sino para que los lectores, sean niños, jóvenes o adultos, se motiven y salgan observarlas.

¿Cuándo nació su amor por el pajareo?

Ese momento lo tengo grabado en mi memoria, pasó cuando estaba en la universidad estudiando biología y, entre las materias opcionales, tuve la oportunidad de ver ornitología, que es el estudio de las aves, un área de la que no tenía idea, pero me parecía muy interesante. Parte del curso incluía salidas de campo y una vez fuimos al Parque Natural Chicaque, un lugar precioso al sur de Bogotá, donde apenas llegando, en el parqueadero, un amigo me dijo: “Mira, un tucán”.

Yo solo había llevado unos binoculares y creía que él me estaba bromeando, porque me parecía increíble que se pudiera ver un tucán así de fácil, pensaba que solo se podían ver en la selva o en lugares inhóspitos, pero no, efectivamente, me puse los binóculos y allí estaba el tucán. Era un tucán de montaña, que se puede ver saliendo una hora de Bogotá.

Así me di cuenta que basta tener unos binoculares en la mano y observar a tu alrededor, de esta forma las aves comienzan a aparecer como por arte de magia, teniendo en cuenta que Colombia es el país con más diversidad de aves en el mundo.

Poco a poco, las vas conociendo, empiezas a reconocerlas por sus plumas, los colores, su comportamiento, todo es fascinante. Ese día descubrí que pajarear tiene un encanto poderoso, te llegas a apasionar tanto que, por lo menos, en mi caso, yo no salgo de casa sin mis binoculares.

¿Cómo fue la selección de las aves que están en el libro?

Primero hice un gran listado de aves que podrían ser interesantes, pensando en hacer un recorrido casi que geográfico, abarcando las distintas regiones y ecosistemas. De allí fuimos sacando algunas especies y, algo que me parece bonito, es que finalmente escogimos a aves muy diferentes, no todas son necesariamente las especies más vistosas. Algunas sí que lo son, como la guacamaya, el gallito de roca o el cóndor, que es muy emblemático, pero hay otras especies que no son las más llamativas, como el cucarachero, pero que tienen una bonita historia que contar.

Hay otra cosa interesante y es que todas las aves del libro están en territorio colombiano, pero algunas tienen una distribución mucho más amplia, que se encuentran en varios países. También quisimos incorporar una especie migratoria, para mostrar la aventura de la migración, y que hay especies que viajan miles de kilómetros para llegar a los países suramericanos, como la tángara veranera, que viaja desde Estados Unidos y llega a Colombia en fin de año, incluso hasta Perú y Bolivia.

¿Por qué hacer una narración en primera persona en la que cada ave cuenta su historia?

Para que fuera una propuesta diferente, que no se limitara solo a entregar una información y describir las aves. Pensamos de qué forma contarlo y se nos ocurrió darle voz a las aves, porque salíamos del antropocentrismo, en el que el hombre siempre está describiendo lo que pasa a su alrededor. Esta vez, como un recurso narrativo, son ellas mismas quienes se describen, algo irónico, porque de hecho no deja de ser antropocéntrico.

Pero sí ayuda a aproximarse con una mirada más sensible y amable, además que cada una tiene un tono auténtico, porque en muchos casos son conversaciones entre las mismas aves que nos muestran cómo se comportan en su cotidianidad y cuáles son sus particularidades. Creo que todo lo escribí con un poco de humor, pero sin caer en la caricatura, puesto que tanto desde la escritura como desde las ilustraciones, teníamos el propósito de brindar información real, en términos científicos, pero con un lenguaje creativo.

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