La Estación Experimental Agropecuaria (EEA) de Famaillá del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) trabaja para generar y transferir tecnologías climáticamente inteligentes, para contrarrestar los efectos del cambio climático y cuestiones propias del diseño actual de los sistemas de producción de caña de azúcar.
En los últimos 10 años los investigadores del INTA Famaillá alertaron sobre la pérdida de diversos servicios ecosistémicos asociados al monocultivo de caña de azúcar. Entre estos se destaca la degradación del suelo, como consecuencia del alto tránsito tanto en las operaciones de cosecha como de cultivo, lo cual compromete el normal funcionamiento biológico, físico y químico del suelo.
En tal contexto, y por el uso de fertilizantes nitrogenados sintéticos de alta volatilización, se generan altas emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Además, los registros muestran un aumento en el uso de herbicidas, que, en algunos casos en épocas de lluvias, podrían contaminar los cursos de agua de las zonas cañeras.
Con el apoyo de los proyectos del Programa Nacional de Cultivos Industriales de INTA, los investigadores del Grupo de Cultivos Industriales de la EEA Famaillá iniciaron estudios relativos al uso de cultivos de servicios ecosistémicos en caña de azúcar, con el objetivo de incrementar su sostenibilidad.
En 2018 se iniciaron ensayos exploratorios sobre el uso de vicia villosa asociada a caña de azúcar, en el marco de una tesis doctoral en curso que lleva adelante Luciana Martínez Calsina, bajo la dirección de Luis Erazzú. Los experimentos se llevaron a cabo en Viclos, en el campo de Juan Domingo Sal, de junio de 2019 a junio de 2023.
Los resultados de los ensayos fueron más que alentadores. Y desde 2022 se iniciaron experiencias conjuntas con productores de la Federación de Cooperativas Cañeras y Agropecuarias de Tucumán, en Esquina y en Los Ralos, con la Empresa Cevilares, del Grupo Consorcios Regionales de Experimentación Agropecuaria (CREA).
“En cosechas de caña de azúcar tempranas (de junio y de julio), y extratempranas (de mayo) existe un período de cuatro a seis meses durante el cual el cultivo no se desarrolla o bien muestra bajas tasas de crecimiento, por efecto de las heladas, de las bajas temperaturas y de la baja a nula probabilidad de lluvias. En ese lapso es posible asociar el cultivo de vicia villosa variedad Ascasubi INTA, una leguminosa de porte rastrero y de crecimiento otoño-invierno-primaveral- al lote de caña de azúcar cosechado”, dijo Martínez Calsina.
Añadió que esta leguminosa -en simbiosis con Rhizhobium- realiza fijación biológica de nitrógeno y puede reducir el uso de fertilizantes. Y al ser rastrera, ayuda al control de malezas por sombreo y puede reducir el uso de herbicidas. “Y por su sistema radical, puede ayudar a la creación de bioporos para favorecer el ingreso del agua de lluvia. Después de muchos años de experimentos, hoy podemos afirmar que es posible realizar una siembra directa de vicia villosa en los lotes cosechados de caña de azúcar, ya que su uso mostró efectos benéficos en el suelo; en el control de malezas, y en la nutrición y rendimiento del cultivo, en particular en los años de menor pluviometría”, subrayó.
A manera de síntesis, señaló que durante este período se ajusta densidad de siembra, arreglo espacial y fechas de siembra óptima de vicia villosa. “Y estamos avanzando en la validación a escala y en el desarrollo de esta tecnología para otros ambientes de producción de la región. A su vez, estamos investigando otros cultivos para utilizarlos como cultivo de servicios ecosistémicos en caña de azúcar, en ambientes en los que no es posible realizar una cosecha temprana”, puntualizó Martínez Calsina.
Finalmente, Erazzú -director del INTA Centro Regional Tucumán-Santiago del Estero- hizo énfasis sobre la necesidad de que se continúe desarrollando y promoviendo esta y otras tecnologías climáticamente inteligentes; en particular, para caña de azúcar, un cultivo de gran trascendencia económica y social para Tucumán.